Las cosas por su nombre. Artículo de opinión de Gloria Vázquez.

Me siento muy orgullosa de que por fin en mi Ayuntamiento, en Zarautz, haya una placa presidiendo el salón de pleno que recuerda y rinde homenaje al concejal del PP asesinado por ETA Jose Ignacio Iruretagoiena. Se lo merece la familia y todo el pueblo de Zarautz. Iruretagoiena era un zarauztarra, euskaldun, maderero de profesión, una buena persona integrado y querido. Pero era un representante de los zarauztarras en unas elecciones democráticas a las que se presentó por el PP. Por eso lo mataron. Así de claro y así de terrible.

Fue cruel, inhumano, injusto, como lo fue toda la historia de ETA y todos los crímenes terroristas, sin excepción. Me gusta llamar a las cosas por su nombre: ETA es un grupo terrorista activo 50 años, que asesinó a casi 900 personas, entre ellas niños, y dejó cientos de huérfanos. Era un grupo organizado que actuaba movido por un objetivo político y todas las personas integradas en ETA colaboraban de una u otra forma en esa estrategia consistente en decir al Estado y toda la sociedad «si no me das lo que quiero, mato». Y eso que querían, ese objetivo político, básicamente la independencia de Euskal Herria. Así que mataban a quienes se oponían a su objetivo. Cualquiera que osara expresar una opinión contraria a la suya o desarrollar cualquier actividad que supusiera un obstáculo en su camino era objetivo de ETA y así, mantuvieron amordazada y silenciada a toda la población 50 años. Socialización del sufrimiento, lo llamaron. Una perversión que muchos aplaudían y otros comprendían y justificaban.

Todavía hoy esta sociedad no se ha liberado de los efectos del miedo, que sigue pululando como un fantasma. Es importante tener presente lo que ha hecho ETA a este pueblo al considerar el posicionamiento de EH Bildu seis años después de que los terroristas se rindieran. Unos individuos se juntaban y decidían a quién iban a matar. Así, como si fueran jueces supremos, pero sin garantías procesales, sin derecho a la defensa, sin leyes, nada. Sólo su capricho. Su bestial capricho de acabar con una vida humana porque no pensaba como ellos. Demoledor. EH Bildu no reconoce seis años después que eso fue injusto. No solo fue injusto sino una barbaridad repugnante y perversa. ¿Cómo es posible que haya seres humanos dispuestos a barbaridades como asesinar o torturar como tener encerrado a un hombre 500 días en un cuchitril y a dejarlo morir allí enterrado en vida? Pero lo hicieron y quienes lo hicieron deben ser juzgados y cumplir las penas de cárcel.

No fueron héroes de la patria. No es un héroe quien masacra a sus conciudadanos para conseguir cambiar de sitio una frontera, ni para lograr materializar ninguna idea. Los héroes fueron quienes optaron (optamos) a pesar del miedo, por hacer uso de nuestra libertad para ejercer nuestro derecho a expresarnos y para que la ciudadanía pudiera ejercer también su derecho a elegir a sus representantes. Los héroes fueron las víctimas, los que sufrieron directamente los atentados de ETA, como héroes son sus familiares a quienes debemos agradecimiento infinito por su respuesta democrática. Y jueces, fiscales, periodistas, profesores, empresarios…. que resistieron sin ceder al chantaje. Los radicales independentistas que apoyaron y compartieron la estrategia de terror de ETA hoy están en EH Bildu acompañados por lo que queda de EA y alguno perdido de Alternativa, que están absorbidos por ese mundo. Ellos antes condenaban a ETA, pero ahora se niegan a condenar y reconocer que esos asesinatos fueron injustos, rehenes de su compromiso con Sortu.

Que son sólo palabras, dicen; que sólo es una firma, total, firmar o no firmar es lo de menos, lo que importa es estar, dicen. Es importante que EH Bildu quisiera estar en el homenaje de Zarautz, pero lo más importante era reconocer la injusticia y la crueldad del asesinato y así lo recogimos en el texto. El hecho de estar sin firmar esas declaraciones lo deja en pura pose.

Reconocen el dolor causado, lo que no es nuevo entre los radicales abertzales. Pretenden engañar a la sociedad otra vez. El dolor iguala a todos: las víctimas de ETA han sufrido, ellos han sufrido también, luego ellos también son víctimas. No. Hay una gran diferencia que consiste en lo injusto del dolor provocado por ETA, mientras que los presos están en la cárcel por haber asesinado o colaborado de una u otra forma. Eso duele, seguro, como les duele a todos los presos del mundo. Matar es lo que tiene, que te meten en la cárcel si te detienen; pero eso sí, has tenido derecho a un juicio y un abogado. Y no vale con decir que sientes el dolor causado para que te saquen. Si fuera así, las cárceles estarían vacías. Tampoco vale con decir que ellos son buena gente porque mataron por amor a Euskal Herria. Curiosamente, todos los totalitarios aluden insistentemente al amor para justificar sus atrocidades. Ni lo de que había un conflicto y se vieron obligados. Eso es lo que quieren que reflejen los libros de historia, pero no podemos consentirlo: hay más de 800 familias que claman justicia y no quisiera que fuera necesaria otra ley de memoria histórica dentro de 30 años para reconocer a las víctimas. Tienen que reconocer la injusticia, la brutalidad, la sinrazón. Mientras llega ese momento, todos los demás debemos permanecer firmes en nuestras convicciones democráticas para no retroceder ni un milímetro frente a la pretensión de legitimar el terrorismo de ETA.

Las víctimas piden Verdad, Memoria y Justicia. Piden que se cuente lo que pasó, quiénes fueron los asesinos y por qué. Eso no es relato. No es un cuento para entretenerse ni para ganar batallas. Es Memoria que los historiadores deben escribir con rigor y método llamando a las cosas por su nombre, sin eufemismos. Y es Justicia.

Fuente: Diario Vasco

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