El Monseñor Juan José Aguirre, quien lleva 38 años en la República Centroafricana, estuvo el viernes en Zarautz
Monseñor Juan José Aguirre. Con las autoridades y representantes de diferentes ONG. / ETXEBERRIA
Fuente y foto: Diario Vasco
Monseñor Juan José Aguirre (Córdoba, 1954), quien lleva 38 años trabajando en Centroáfrica, veinte de ellos como obispo de la Diócesis de Bangassou, visitó el viernes Zarautz para agradecer toda la ayuda que reciben desde la Fundación Bangassou, cuyo representante en Zarautz es Mikel Mendizabal. Fue recibido en el salón de plenos por alcalde Xabier Txurruka, el concejal Patxi Elola, además de representantes de diferentes ONG-s locales que acudieron al acto para mostrarle todo su apoyo y reconocimiento por la labor que viene desarrollando en favor de los más desfavorecidos, en un país, según el índice de desarrollo humano, el segundo más pobre del mundo, solo superado por Níger.
Txurrruka agradeció en persona al Monseñor por su labor humanitaria durante tantos años. «Zarautz es un pueblo solidario. Somos 23.385 vecinos y hay mucha gente volcada, que colabora en ONGs, ayudando en proyectos y a gente del tercer mundo. Destinamos de nuestros presupuestos una cantidad cada vez mayor para proyectos de desarrollo que llevan a cabo estas ONG y seguiremos apoyando siempre dentro de nuestras posibilidades, como lo hacemos con Bangassou».
El obispo, en nombre de la Fundación, agradeció a Zarautz y resto de localidades de la comarca y recordó la ayuda recibida para construir un puente. «Construimos un puente romano con la ayuda recibida desde aquí; lo hicimos a ojo, pero nos salió bien; todavía sigue en pie».
Monseñor Aguirre explicó a continuación la insoportable situación que padece desde hace cinco años Bangassou y Centroáfrica, invadida por ejércitos, todos con el mismo objetivo, hacerse con las minas de oro. «El conflicto no tiene freno y poco podemos hacer los católicos. Primero entraron los fundamentalistas guiados por Arabia Saudí; hace 9 meses ha entrado Rusia y seguidamente Estados Unidos con Israel. El conflicto se ha internacionalizado y los que sufren son los pobres, los que viven allí». Calificaba la situación de «auténtico horror», «pero nosotros cuatro colegios, atendemos a 1000 huérfanos, tenemos ancianos con demencia senil, gente con Sida que atender… No nos podemos marchar, seguimos allí y eso que nos han amenazado de muerte muchas veces».
Por eso dijo que toda ayuda recibida es poca. « Agradezco enormemente la que recibimos. Zarautz y los vascos sois generosos». Antes de finalizar, el Monseñor lanzó un guiño a la esperanza. «Esperemos que algún día se marchan de Centroáfrica todos los extranjeros depredadores que buscan las minas de diamante, el gobierno controle la producción interna y pueda salir el país a flote, como han logrado países como Kenia y Uganda que se encontraban en parecida situación».